Amo ir a comprar ropa y zapatos. Son por el momento mis objetos de deseo. Todavía no me dio por los perfumes, las carteras o las joyas. Pero la ropa, exterior e interior, y los zapatos me vuelven loca. Pararme frente a una vidriera es dejarme ir al más allá de los objetos que no puedo comprar. Porque es verdad, no todo puedo comprar (como mucha otra gente).
Pero una vez elegido aquello en lo que voy a gastar entro a la tienda, y pocas son las veces en que salgo satisfecha la primera vez. “Justo este color no me queda, pero entra la semana que viene”, “ese talle es el más grande que te tengo”, “¿es para ti?” una pregunta echa entre dientes como instigándote a matarte de hambre, cuando muchas veces quienes preguntan son más gordas que tú.
Es verdad, las mujeres damos mucha vueltas para comprar, pero las que te atienden están como obligadas a trabajar allí y hacen notar que no están para nada a gusto. Cuando entras a una tienda, en ocasiones, te miran como si las estuvieses molestando. Y casi siempre son mujeres, como tú, como yo.
Y qué mejor que mujeres entre mujeres para entender nuestros rayes. La cosa no es tan simple. Pocas son las que atienden como se debe. ¿Será el ritmo de vida vertiginoso de hoy que obliga a las vendedoras a expedirte lo más rápido posible?...
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jueves, 13 de diciembre de 2007
Ir de compras... no siempre es tan fácil
Publicado por DC en 9:44
Etiquetas: compras, firmas de moda, imagen
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