miércoles, 13 de febrero de 2008

Cómo cuidar de nuestros pies


Odio mis pies. Cuando estreno un zapato, éstos enseguida me duelen. Con el paso del tiempo, y luego de varios usos, mis pies parecen acostumbrarse, hasta que compro unos nuevos. Encima, soy fanática de los zapatos, y se usan puntiagudos, así los quiero. No me importa nada, y el dolor trato de aguantarlo.

Pero al parecer no soy la única que tiene problemas con ellos, según afirman los especialistas, somos las mujeres las que sufren a menudo problemas con los pies. Primero, debido a las cuestiones hormonales (cuando no) que hacen que su tejido conjuntivo sea más débil.

Segundo por la moda, es que, admitámoslo, muchas veces compramos determinado tipo de zapato, no por comodidad sino porque es lo que se usa. Hay que saber, por ejemplo, que los que tienen tacón de aguja o plataforma provocan graves deformaciones, como el dedo martillo o los juanetes.

Por ello, para evitar problemas en los pies es muy importante la elección del calzado. Ante todo que sea cómodo, no comprar aquellos que necesiten un tiempo para ceder; tampoco que sea ni demasiado alto, ni demasiado bajo (es ideal un tacón de dos o tres centímetros).

No hay que confiarse en el número del último par, porque los pies crecen y los moldes se modifican. Se debe elegir uno adecuado a la horma de nuestro pie, y evitar las puntas estrechas -responsables de los juanetes- y también se debe evitar que sean demasiado cerrados, porque comprimen en exceso.

En cuanto a la higiene, se deben lavar a diario y secarse bien los dedos; luego cortar de forma regular las uñas, siempre rectas, para evitar que se encarnen, y espolvorearlos con talco. En caso de usar medias o calcetines -que deben ser de fibras naturales- hay que cambiarlos todos los días.

Además, es aconsejable realizar una vez a la semana un buen baño de pies. Sumergirlos en agua caliente con sal para relajarlos; se puede agregar al agua unas gotas de aceite de limón y hierbabuena. Luego del baño, limar con cuidado todas las callosidades con la piedra pómez, y terminar con un buen masaje con crema hidratante o aceite corporal.

Esta parte del cuerpo, al igual que otras zonas de nuestra anatomía, necesita del ejercicio. Por eso es bueno andar descalzo, ya sea en casa, sobre el césped o en la arena de la playa. Asimismo, andar de puntillas, mover los dedos y hacer rotaciones de tobillo, o intentar tomar objetos con los mismos.

Por último, se aconseja hacer rodar una pelota de tenis debajo de ellos, desde la punta de los dedos hasta el talón. Y listo, nuestro pies estarán agradecidos y nos llevarán adonde queramos con una sonrisa en nuestros labios.


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