jueves, 1 de noviembre de 2007

Entre la moda y la vida real

El gran espejo del mundo sólo refleja cosas fugaces. El entretenimiento pasó a ser la noticia. La música de moda tiene un estribillo, con suerte, y el nuevo periodismo-literario son los blogs. Hoy la moda está de moda. No sólo los jóvenes quieren estar inmersos en lo que se usa y lo que no, sino también los adultos, que quieren mantenerse en la eterna juventud.

Desde la vestimenta, los accesorios hasta el culto por la belleza misma. Como si lo feo fuese uno de los peores males que amenazan a la sociedad. Los desfiles son innumerables, los diseñadores muchos y un público ávido de novedad, infinito.

De todos los puntos cardinales del planeta hay gente (pre) ocupada por la imagen. Los creativos no paran de innovar y los consumidores de consumir. Desde la juventud prolongada, muchas veces a fuerza de bisturí, hasta estar flacos y/o famélicos para pertenecer, son la clave de la felicidad.

Por otro lado, los gordos sufren, los viejos están dejados de lado, los feos se las rebuscan para ser simpáticos, inteligentes y otros sobreesfuerzos casi inhumanos; y los chicos son entrenados para ser bellos y perfectos.

Obvio, están aquellos a lo que todo les importa un comino. La moda no la entienden, no saben quién es Dior o Chanel, qué famosa actriz está con qué famoso cantante, ni qué se escucha en las radios. Están quienes saben quiénes son, y sólo les importa lo que ellos desean ser.

Están los que se preocupan por estudiar, por saber siempre un poco más, los que intentan ser una mejor persona, los que ayudan al otro en la desgracia y la enfermedad. Y así millares de personas confluyen en un mundo donde lo hermoso se distingue y lo inteligente se valora, pero no tanto.

Hoy el gran Dios, Endimión, nos intenta hacer dormir un sueño perenne con los ojos bien abiertos. Y todos compramos la pastilla.

Las cosas sin importancia pasan a ser trascendentales. La moda puede ser divertida, pero nunca relevante. Puede ser magnífica para una etapa de la vida pero no eterna. Querer estar bien en lo estético no está mal, pero quererlo a toda costa puede ser fatal. Y en querer estar bien no debe primar lo que quieren ver los otros.

Cuerpos y mentes son infinitos, y por ende los hay de distintas formas. Como decía un sabio, hay de todo en la viña del señor, y eso implica to-do. Existen quienes saben decir que no a las tendencias predominantes, porque desean algo más que belleza y juventud; y también están aquellos que se pierden en los laberintos del alma para salir y volver a perderse en los laberintos de la vida.

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