viernes, 11 de enero de 2008

¿Te animas a retocarte los labios? Aquí tienes la información precisa


Quizás hoy no es de las cirugías más requeridas, como lo es la operación de mamas o liposucción, pero es elegida por aquellas que no fueron beneficiadas con la naturaleza. Es que muchas mujeres desean tener bocas pulposas, llamativas, como la de Angelina Jolie o la de la modelo española Esther Cañadas, entre otras.

Es así que el ensanchamiento de labios se convirtió en una de las demandas que más creció en los últimos cuatro años ya que, según aseveran los expertos, la popularidad de esta intervención se debe a la exposición infernal que tuvo la actriz estadounidense Angelina Jolie, entre otras.

También porque es una intervención práctica, que no requiere más que una pocas horas y que no necesita ser definitiva.

Existen tres tipos de rellenos absorbentes: el colágeno, el tejido graso y el ácido hialurónico. El primero es una proteína natural que se encuentra en la dermis y que se puede aumentar con colágeno de origen bovino, que viene en jeringas listo para aplicar. Se mantiene firme entre seis meses y un año.

El segundo sirve para aquellas cuyo organismo rechazó el colágeno. Se trata de grasa proveniente de otra parte del cuerpo, por lo que requiere realizar primero otra intervención (por lo general en abdomen o cadera).

Por último, el ácido hialurónico se extrae de las aves y a diferencia del colágeno no genera reacciones alérgicas; su procedimiento lleva como máximo media hora y puede durar hasta un año, y es el más caro de los tres.

La mayoría de las cirugías labiales se realizan con relleno -o “fillers” de colágeno- o ácido hialurónico. Éstos son elementos que se absorben con el paso del tiempo, puede que a los siete meses ya no haya rastros de la intervención; y en el caso de que le guste a la paciente se podrá efectuar una intervención de colágeno en los labios cada seis o siete meses.

Pero también están aquellas que prefieren las cirugías permanentes, con rellenos de siliconas o bioplastic, las cuales son más económicas (tanto porque el material es más barato y porque no necesita nuevas intervenciones) y hasta más prácticas, ya que no requieren un mantenimiento.

Sin embargo, la mayoría de los profesionales responsables aconsejan no implantarse nada permanente, ya que puede ser perjudicial para el organismo y, por otra parte, si no termina de gustar, resulta mucho más complicado de remover.


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